Ana Suárez
EditoraSamsung ha vuelto a sorprender en su último evento Galaxy Unpacked con un doble logro que muchos consideraban difícil de combinar: el Galaxy Z Fold7 no solo es el plegable más delgado jamás creado por la marca (apenas 8,2 mm cerrado), sino que mantiene la misma autonomía (o incluso la mejora) respecto a su predecesor, sin aumentar la capacidad nominal de su batería.
Galaxy Z Fold7: más delgadez no tiene que significar perder autonomía
¿Cómo lo ha conseguido Samsung? La respuesta no está solo en un componente, sino en un conjunto de avances estratégicos que se han ido consolidando a lo largo de los años, muchos de ellos procedentes de la investigación en pantallas flexibles y baterías ultracompactas iniciada con la familia Edge. Y este año, ese camino se ha hecho aún más evidente con la llegada del Galaxy S25 Edge, cuyo diseño y arquitectura interna han servido de campo de pruebas para el Fold7.
El Galaxy S25 Edge, presentado el pasado marzo, fue el primer modelo de la serie S en integrar una batería de alta densidad energética en un chasis ultrafino de solo 6,1 mm. Para lograrlo, Samsung utilizó una nueva generación de celdas apiladas verticalmente, con una composición mejorada a base de anodos de silicio-carbono y un rediseño del encapsulado que elimina el espacio muerto entre capas. Esta tecnología permitió introducir hasta un 8 % más de capacidad sin incrementar volumen, algo que marcó un antes y un después en el diseño de móviles finos sin comprometer la autonomía.
Ese mismo avance ha sido trasladado ahora al Galaxy Z Fold7, que comparte la misma arquitectura interna de batería, adaptada al doble módulo que exige el diseño plegable. Aunque la cifra oficial sigue en 4.400 mAh, las pruebas iniciales muestran una eficiencia superior en el uso energético, lo cual se traduce en una duración práctica que supera en hasta 30 minutos a la del Fold6, todo ello en un dispositivo más delgado y 15 gramos más ligero.
La pantalla principal también ha evolucionado, incorporando un nuevo panel Dynamic AMOLED 2X con tecnología LTPO 3.0, capaz de reducir la tasa de refresco hasta 1 Hz en situaciones de baja actividad. Combinada con materiales más eficientes y un cristal ultrafino (UTG) de 30 micras, la pantalla consume notablemente menos energía sin comprometer calidad visual ni resistencia estructural.
La eficiencia del Fold7 también está potenciada por el nuevo Snapdragon 8 Elite, fabricado con tecnología de 3 nanómetros. Este chip, además de mejorar el rendimiento general, integra módulos específicos para optimizar el uso de energía en función del comportamiento del usuario. Gracias a Galaxy AI, el dispositivo anticipa patrones de uso y ajusta dinámicamente los recursos del sistema, como la CPU y la pantalla, lo que ayuda a exprimir aún más cada miliamperio.
Por supuesto, el rediseño de la bisagra también ha jugado un papel clave. Samsung ha reducido el número de piezas internas y ha sustituido parte del refuerzo estructural por aleación de titanio, lo que permite conservar espacio interno sin sacrificar durabilidad. Menos piezas equivalen a más espacio para batería y disipación térmica, dos aspectos críticos en dispositivos delgados y potentes como este.
En un mercado donde adelgazar un dispositivo suele implicar sacrificar batería o rendimiento, Samsung demuestra que, con la tecnología adecuada, se puede tener todo. El Fold7 no es solo un hito en diseño, sino también en gestión energética.
Imágenes | Samsung, Javier Márquez
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