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Samsung se juega el futuro de sus chips en casa invirtiendo más de 300 mil millones en I+D y en fábricas en Corea

Con una inversión que supera los 300.000 millones de dólares en Corea del Sur, Samsung prepara el terreno para recuperar protagonismo en la carrera global de los chips y la inteligencia artificial

Samsung y la IA
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Manuel Naranjo

Editor

Cuando una empresa anuncia una gran inversión, es fácil quedarse solo con el número y pasar a otra cosa. Pero lo que acaba de hacer Samsung en Corea del Sur no es “algo más”.

Poner 300.000 millones de dólares sobre la mesa para investigación, fabricación y centros de datos es, en la práctica, decidir cómo quiere jugar la compañía la próxima década tecnológica.

No es sólo fortalecer una fábrica o ampliar una línea de producción; se trata de potenciar a la compañía en el mapa mundial de los chips y de la inteligencia artificial.

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El revés de la IA y la necesidad de reaccionar

En los dos últimos años, mientras la IA generativa se convertía en la nueva palabra de moda, Samsung ha tenido que ver cómo otros se llevaban parte del protagonismo en el negocio de los chips de alto rendimiento.

SK hynix y Micron se han colocado muy bien en memorias HBM, NVIDIA ha marcado el ritmo con sus GPU y TSMC sigue siendo el socio de referencia para media industria.

En ese contexto, en Samsung ha calado una idea incómoda: dene incorporarse de manera más definitiva en contratos clave ligados a la IA. Y esto, en un sector que se mueve por ciclos largos y por inversiones multimillonarias, no se arregla con una simple corrección de rumbo. Hace falta un golpe de timón grande, sostenido y creíble. Justo lo que pretende este plan.

Pyeongtaek como símbolo de algo más grande

El corazón del movimiento está en Pyeongtaek, el macrocampus de semiconductores al sur de Seúl. Ahí no solo se amplía una fábrica: se construye una “Line 5” pensada para procesos de fabricación de última generación que, si todo va según lo previsto, acabará su construcción en 2027 y empezará a producir en 2028.

Samsung y la IA

Ese calendario nos dice mucho. Samsung no está reaccionando al titular de hoy, está preparando el terreno para los chips que harán falta a finales de la década: memorias HBM más rápidas, nodos más pequeños, paquetes avanzados para servidores de IA que no existen aún en el mercado de consumo.

De fábrica de piezas a arquitecto de infraestructuras

El otro pilar del plan pasa por algo que, visto desde fuera, puede parecer menos vistoso, pero es igual de importante: la construcción de un gran centro de datos de IA en la provincia de Jeolla, a través de Samsung SDS, y la inversión en nuevas plantas de pantallas OLED para portátiles, tabletas y dispositivos XR.

Aquí la clave está en el cambio de rol. Durante años hemos visto a Samsung como “el fabricante” de muchas de las piezas que luego otros montan: pantallas para móviles de terceros, memorias para consolas, chips para medio mercado.

Con este movimiento, la compañía se acerca más a un papel de arquitecto de infraestructuras: no solo entrega componentes, también pone a disposición potencia de cálculo, conectividad y pantalla para que otros construyan servicios.

Que ese centro de datos se oriente también a startups, universidades y pymes no es un detalle menor. Es una forma de sembrar un ecosistema en el que la IA no dependa únicamente de los gigantes extranjeros, sino que tenga una base local con apellido Samsung.

Corea como refugio y como escaparate

La decisión de concentrar la inversión en Corea del Sur también tiene lectura política y estratégica. El país lleva años empujando para consolidar un “corredor de semiconductores” en torno a Seúl y otras regiones industriales. Para el gobierno coreano, que Samsung refuerce sus fábricas y centros de datos en casa es una garantía de empleo, de soberanía tecnológica y de influencia internacional.

Para la propia Samsung, es una manera de equilibrar el tablero en plena guerra de chips entre Estados Unidos y China. La compañía seguirá fabricando y montando fuera, pero se guarda un núcleo muy potente en territorio propio, con reglas que conoce y un entorno político que la mima porque de ella depende buena parte del PIB.

Lo que veremos como usuarios

Desde fuera, todo esto se traducirá en cosas mucho menos épicas, pero muy tangibles: móviles con memorias más rápidas, portátiles con pantallas OLED más finas y brillantes, televisores y dispositivos XR que aprovechen mejor la luz y consuman menos, servicios en la nube que “simplemente” funcionan mejor.

Lo que probablemente no veremos es la parte de fondo: los acuerdos con empresas pequeñas que accedan a ese centro de datos, los cambios en la cadena de proveedores, las batallas para asegurar materias primas o ingenieros cualificados. Pero estarán ahí, marcando la diferencia entre ser uno más en la carrera de la IA o ser quien pone buena parte del asfalto por el que corren los demás.

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