Durante años, la barra de sonido ha tenido un papel bastante gris: se conectaba a la tele, sonaba mejor que los altavoces integrados y poco más. Samsung lleva un tiempo intentando romper ese papel secundario y, con su última generación, la idea es clara: que la barra deje de ser “el altavoz externo” y pase a formar parte de un sistema más completo, donde la tele, la red WiFi y un poco de inteligencia en el procesado trabajen juntos.
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Q-Symphony: cuando la tele se suma a la fiesta
El cambio empezó cuando Samsung decidió que, al conectar una barra, los altavoces del televisor no tenían por qué quedar anulados. Con Q-Symphony, ambos se combinan: la barra aporta la pegada y la profundidad, mientras que la tele añade altavoces situados a la altura de la pantalla, que ayudan a colocar mejor voces y efectos.
En vez de tener una única fuente de sonido bajo la tele, el audio se reparte por el frontal del salón. El resultado es una escena más amplia, con una sensación de altura y presencia que no exige llenar la habitación de cajas.
Eso sí, lo bueno aparece de verdad cuando tanto la Smart TV como la barra son modelos compatibles, porque ahí es donde pueden sincronizarse y sacar partido a todo el conjunto.
IA para ordenar el ruido y cuidar los diálogos
En la generación más reciente, Samsung ha dado otra vuelta de tuerca: Q-Symphony se apoya en procesado con inteligencia artificial para entender mejor qué está sonando y cómo es la sala. No se limita a subir y bajar volumen, sino que analiza contenido y entorno para tomar decisiones más finas.
Por un lado, gestiona los graves con más cabeza, evitando ese “bombo continuo” que hace temblar muebles, pero ensucia la película o la serie. Por otro, refuerza las voces cuando detecta diálogos, reduciendo parte del ruido de fondo para que no haya que andar subiendo el volumen cada vez que habla alguien.
Y, además, tiene en cuenta la posición de altavoces inalámbricos adicionales, como los marcos decorativos con sonido integrado, para repartir efectos según su distancia y ángulo.
Todo esto se apoya en configuraciones que llegan a 11.1.4 canales y subwoofers rediseñados, más compactos y con menos resonancias extrañas, para que encajen mejor en el salón sin convertirse en un armatoste imposible de colocar.
Atmos por WiFi y menos cables dando vueltas
Otro de los pasos lógicos ha sido quitarse de encima parte del cableado. El Dolby Atmos inalámbrico no cambia el formato de sonido, sino la forma en la que viaja desde la tele a la barra: en lugar del típico HDMI eARC, la señal se envía a través de la red WiFi doméstica entre modelos compatibles.
Eso libera el mueble de la tele de un cable más, algo que se nota especialmente cuando el televisor está colgado y la barra va en un soporte diferente. Menos cables a la vista, menos necesidad de canaletas y menos líos si un día quieres mover la barra o ajustar la instalación.
Eso sí, sigue siendo clave tener una WiFi estable y una combinación de tele y barra reciente, porque todo se apoya en esa conexión inalámbrica pensada para evitar desajustes entre imagen y sonido.
Calibración automática para salones normales
No todo el mundo tiene un salón de revista, con medidas perfectas y paredes pensadas para el audio. Por eso las barras actuales miden la respuesta de la sala y aplican correcciones automáticas. Analizan reflexiones, resonancias y distancias para ajustar niveles y retocar lo justo sin que el usuario tenga que pelearse con menús llenos de números.
No hace milagros, pero ayuda a que el envolvente mantenga el tipo aunque haya un sofá pegado a la pared, una estantería donde no toca o un hueco raro en la esquina. Si además se añaden altavoces traseros, el Atmos tiene más espacio para demostrar de qué es capaz sin obligar a montar un cine en casa clásico.
De accesorio a pieza central del salón
En el fondo, la jugada de Samsung va de eso: de dejar atrás la idea de la barra como simple añadido a la tele y convertirla en el centro de un pequeño ecosistema de sonido. La Smart TV, la barra, posibles altavoces adicionales y la red WiFi se combinan para ofrecer algo más cercano a una experiencia de cine, juegos o música cuidada, pero sin llenar el salón de cables ni de aparatos difíciles de configurar.
No es una revolución ruidosa, sino una suma de decisiones pequeñas que, juntas, hacen que la barra pase de secundario discreto a protagonista silencioso del sonido del salón.
Imágenes | Dall-E con edición, Samsung
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