En un primer momento, Samsung recibió algunas críticas por la capacidad de la batería del Galaxy S25 Edge pero la realidad es que con este diseño ultrafino no sólo ha redefinido el diseño de sus dispositivos sino que ha dado una lección sobre cómo aprovechar el espacio al máximo.
Samsung ha demostrado un gran trabajo más allá del diseño
En principio, cualquiera podría pensar que una batería de 3.900 mAh se queda corta frente a los 5.000 mAh del Galaxy S25 Ultra. Pero aquí es donde la cosa se pone interesante. El S25 Edge es tan delgado que el verdadero logro está en la densidad energética de esa batería.
Dicho de otra forma, Samsung ha conseguido meter más energía por milímetro cúbico de lo que lleva su hermano mayor. Y esto es lo verdaderamente importante. No se trata de cuánta batería tienes sino de cómo está construida y de cuánto espacio ocupa.
El S25 Edge no promete la mejor autonomía de la serie, pero sí demuestra un avance claro en ingeniería de baterías compactas. Eso sí, renunciando a una carga rápida limitada a 25 W.
El canal de YouTube WekiHome ha publicado un vídeo desmontando el Galaxy S25 Edge en el que se revela su batería y su densidad energética. Ahí mismo se puede apreciar que tiene una densidad energética de 758 Wh/L, superando a los 727 Wh/L de la batería de 5.000 mAh del Galaxy S25 Ultra.
Así que se confirma que Samsung se ha esmerado por mejorar la capacidad de la batería de su teléfono ultrafino en comparación con la del buque insignia de la serie.
Bien es cierto que usando una batería con ánodo de silicio carbono, como hemos visto en smartphones de otras marcas, se podría conseguir una capacidad mayor, pero, ¿qué hubiera pasado si Samsung hubiera elegido una de estas para el Edge? Según afirma el filtrador IceUniverse en X, se hubiera conseguido una capacidad de 4170 mAh, lo que supondría un incremento despreciable frente a los 3.900 mAh que ofrece el Edge.
En definitiva, hubieran sido unos beneficios muy escasos frente a los riesgos, ya que este tipo de baterías se calientan más y tienden a inflarse ligeramente.
Esto hubiera supuesto un problema teniendo en cuenta el grosor y las dimensiones generales del Galaxy S25 Edge, así que la compañía parece haber aprendido bien sobre los errores del pasado con el Note 7 y ha decidido evitar cualquier mínimo riesgo.
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