El arranque del Galaxy XR ha dejado una estampa clara: los controladores se agotaron en Estados Unidos a las pocas horas. No es sólo un dato llamativo; es el pulso de un mercado que quiere tocar con las manos lo que Samsung había planteado resolver con ojos y gestos.
Un “sold out” que pilla a contrapié
Samsung ha lanzado el Galaxy XR en EE. UU. y Corea del Sur por 1.799 dólares, con los mandos como accesorio opcional a 250 dólares (promoción de 175 dólares al comprar el pack de lanzamiento).
En EE. UU. volaron; en Corea quedan unidades sueltas. La compañía, de momento, no ha puesto fecha de reposición. El dibujo es nítido: había más demanda de interacción clásica de lo que sugería el discurso de “manos, cabeza y ojos”.

La paradoja de vender los mandos aparte
Samsung ha defendido un enfoque centrado en Android XR y el control natural (seguimiento ocular y de manos) para productividad, fotos, vídeos y experiencias mixtas. De hecho, parte de la conversación inicial giró en torno a la ausencia de mandos en la caja y a si eso tenía sentido para un visor de 1.800 dólares.
El “sold out” sugiere que una fracción relevante del público quiere (o necesita) controladores para juegos y apps con precisión tradicional, pese a la propuesta “hands-first”.
¿Éxito rotundo o previsión corta?
Que un accesorio se agote tan rápido es una buena noticia a medias. Acelera la narrativa de tracción comercial, sí, pero también destapa un cuello de botella en la planificación: si la base de early adopters prioriza gaming y precisión, vender los mandos por separado eleva la fricción y deja fuera experiencias clave mientras no haya stock.
Si Samsung quiere mantener el impulso, tendrá que garantizar suministro y, quizá, replantear bundles donde el precio del conjunto sea más digerible.

Señales para el ecosistema XR
Más allá del titular, hay lectura de fondo. Uno: el mercado XR sigue vivo y dispuesto a pagar accesorios si mejoran la experiencia. Dos: la polarización entre “productividad mixta” y “VR de toda la vida” convive en el mismo producto. Tres: que la prensa especializada y el boca-oreja destaquen el agotamiento guía expectativas en próximos lotes.
El salto a Android XR, con catálogo en crecimiento, necesita esa capa de interacción para que las apps no parezcan adaptaciones a medio gas.
Las Galaxy XR arranca con músculo de atención y una señal inequívoca: los usuarios quieren mandos. Ese “problema feliz” se convierte en riesgo si la reposición se alarga. La oportunidad está servida: si Samsung ajusta stock, consolidará el mejor titular posible para un visor que aspira a equilibrar trabajo, ocio y juego en la misma cabeza.
Imágenes | Manuel Naranjo, Samsung, Xataka
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