Cuando pensamos en una tele nueva, lo habitual es fijarse en lo evidente: el tamaño de la pantalla, cómo se ve, si tiene buen diseño o encaja con los muebles del salón. Pero lo que realmente marca la diferencia no siempre está a la vista. Dentro del aparato pasan muchas más cosas de las que imaginamos, y son esas las que hacen que la experiencia final sea tan buena como esperamos.
Hoy en día, una buena imagen no basta con ser nítida o tener colores vivos. La clave está en que la televisión sea capaz de interpretar lo que estás viendo y adaptarse en tiempo real. Y ahí es donde entra en juego el chip Neural 4K de Samsung.
Este procesador, con inteligencia artificial, no se limita a reproducir contenido, sino que analiza cada escena para optimizarla al detalle y ofrece una imagen que luce bien y está afinada a conciencia para que todo se vea justo como debería.
El cerebro detrás de la imagen
Samsung lleva años apostando por integrar IA en sus televisores, pero con su procesador Neural 4K se consigue dar un salto. Este chip no sólo mejora la imagen como hacían los anteriores. Ahora la tele analiza de forma profunda cada escena, identifica objetos, rostros, movimientos y texturas para optimizar en tiempo real lo que ves.
El secreto está en sus 20 redes neuronales integradas, diseñadas para trabajar en paralelo y aprender constantemente. ¿El resultado? Una imagen adaptada a la resolución y también al tipo de contenido: no es lo mismo ver una serie antigua que una película en HDR o un partido de fútbol.
Además, el chip no se limita a escalar de Full HD a 4K, sino que mejora detalles concretos: suaviza bordes, resalta sombras sin perder profundidad y aplica reducción de ruido con un nivel de precisión sorprendente. Todo sin que el espectador tenga que tocar un solo ajuste.

Inteligencia artificial que se nota (aunque no la veas)
Lo interesante del procesador Neural 4K no es sólo lo que hace, sino cómo lo hace sin que te des cuenta. La tele aprende de patrones visuales y de audio, y adapta en tiempo real tanto la imagen como el sonido para que siempre encaje con lo que tienes puesto y con el entorno.
Por ejemplo, si estás viendo una escena oscura, el chip reconoce que hay zonas con poca luz, ajustando el contraste y la iluminación para que no pierdas detalle. Si detecta una cara en primer plano, aplica un tratamiento especial para realzarla sin afectar el fondo. Y si el sonido ambiental sube demasiado, ajusta los diálogos para que siempre se escuchen nítidos.
Todo este trabajo ocurre en cuestión de milisegundos, lo que convierte al televisor en un sistema mucho más intuitivo y reactivo, que se adapta sin esfuerzo al tipo de contenido y al entorno donde está instalado.

Mucho más que resolución
En tiempos en los que todo se mide por píxeles, Samsung ha entendido que la clave está en cómo se procesan esos píxeles. El chip Neural 4K toma el contenido tal como viene (incluso si no es 4K) y lo eleva visualmente para que se vea mejor que nunca.
Esto es especialmente útil cuando ves contenido en streaming, donde la calidad varía según la conexión. El procesador compensa esas variaciones y consigue mantener una imagen estable y agradable, sin pixelados ni caídas bruscas en la nitidez.
Con este chip Neural 4K, ver cualquier contenido es como darle una segunda vida. No importa si estás viendo una serie de los 90, una película de estreno o una transmisión en directo: la tele piensa por ti y optimiza para que tú solo tengas que disfrutar.
Al final, no se trata sólo de una mejora técnica. Es una forma de poner la tecnología al servicio de la experiencia, sin que tengas que entender de configuraciones, modos o perfiles.
Imágenes | Samsung, Microsoft Designer, Firefly
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