Manuel Naranjo
EditorDurante años pensé que una secadora servía únicamente para “dejar la ropa seca y ya”. La usaba en modo automático, sacaba la colada y asumía que las arrugas venían en el lote. Hasta que, por curiosidad, empecé a tocar botones que nunca había probado.
Desde entonces, Damp Dry, Wrinkle Care y Air Wash se han vuelto parte de mi rutina. Son pequeños ajustes (nada de esos mitos que hay con las secadoras) que, usados con cabeza, hacen que la ropa salga más suelta, huela mejor y me hagan perder menos tiempo con la plancha.
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Damp Dry: dejarla “al punto” para que la plancha deslice sola
Damp Dry fue mi primer descubrimiento. Básicamente, el ciclo deja la ropa ligeramente húmeda, no chorreando, sino en ese punto en el que la fibra cede y la plancha se mueve sin pelear.
Lo probé con camisas de algodón (mi némesis personal) y noté la diferencia al instante: menos pasadas, menos marcas, mejor caída. Con sábanas funciona igual de bien; la bajera ajustable deja de ser un enemigo.
Un detalle que aprendí a base de prueba y error: no mezclar tejidos muy distintos cuando voy a usar Damp Dry. Si junto toallas con camisas, cada pieza “pide” un final distinto. Cuando separo por grosor y tipo de tejido, el resultado es más homogéneo y el planchado se reduce a un toque rápido.
Wrinkle Care: la red de seguridad que evita el “efecto acordeón”
La función Wrinkle Care me ha salvado de muchas. Es ese modo que mantiene la colada en movimiento con aire templado cuando no sacas la ropa justo al terminar. Antes, si me despistaba 40 minutos, salían pliegues para aburrir. Ahora, aunque llegue tarde, no encuentro ese “acordeón” imposible de domar.
No hace milagros si dejas el tambor horas y horas, pero para despistes razonables funciona. Truco personal: cuando sé que voy a andar liado, activo Wrinkle Care y dejo dobladas por la mitad las prendas más delicadas (camisas, vestidos ligeros). Al sacarlas, basta con colgarlas un rato en perchas y el tejido termina de asentarse sólo.
Air Wash: refrescar sin lavar ni perfumar de más
Air Wash no seca ni lava; refresca. Alterna aire caliente y frío para quitar olores y reducir bacterias sin usar agua ni detergente. Lo uso con abrigos de lana, blazers o bufandas que no están sucias, pero tampoco para guardar.
En quince o veinte minutos recuperan “olor a limpio” y textura. Es especialmente útil en temporada de lluvias, cuando todo coge ese aroma a humedad que no queremos arrastrar a la semana siguiente.
También me sirve con ropa de deporte que he usado poco tiempo: le quita el olor sin machacar el tejido con ciclos innecesarios.
Lo que cambió en mi rutina (y lo que no)
La combinación de estas funciones me ha hecho planchar menos y mejor. Damp Dry me deja la ropa a punto; Wrinkle Care me perdona los retrasos; Air Wash me evita lavados “porque sí”. Sigo planchando camisas de vez en cuando, claro, pero ahora tardo la mitad y el resultado es más pulcro.
Un apunte práctico: los nombres de los modos pueden variar según el modelo y, a veces, están dentro de menús con iconos poco evidentes. Merece la pena abrir el manual (o la app SmartThings) y guardar configuraciones como favoritos. Yo tengo un “Damp Dry camisas” y un “Wrinkle Care sábados” que lanzo casi sin pensar.
No he cambiado de secadora ni he comprado accesorios raros. Simplemente, he aprendido a usar tres funciones que estaban ahí, esperando a que les hiciera caso. Menos arrugas y menos tiempo perdido frente a la tabla. Si tu secadora Samsung tiene estos modos, dales una semana de prueba: es muy probable que también notes el “antes y después”.
Imágenes | Dall-E
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