Los nuevos Samsung Odyssey 2025 llegan con una idea clara: no se trata de inflar cifras, sino de afinar la experiencia. Esta generación, formada por modelos como el G81SF, el G6, el G9 o el G50SF, abandona definitivamente el Mini LED y apuesta por el QD-OLED.
Con tasas de refresco que alcanzan los 500 Hz en el G6 y una conectividad basada en HDMI 2.1 y DisplayPort 1.4 con compresión DSC, la gama es capaz de mover 4K a 240 Hz o QHD a frecuencias altísimas sin sacrificar nitidez ni sumar retardo.
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Movimiento fluido sin artificios
Hay pantallas que enseñan el juego y pantallas que te cambian cómo lo ves. Con los Odyssey 2025, Samsung se ha centrado en lo segundo. La nueva hornada combina refresco extremo, contraste puro y respuesta instantánea para que el movimiento se sienta continuo y la acción fluya sin interrupciones.
No es un salto en números, sino en sensaciones: menos artificios, más naturalidad, y una sincronía entre tus reflejos y la pantalla que evita esa mínima fricción que te saca del momento.
Samsung Oddyssey G50SF
Durante años, la carrera fue de 60 a 120, de 144 a 240 Hz. Ahora la discusión está en cómo se gestionan esos fotogramas. Los Odyssey 2025 se mueven entre los 180 Hz del G5, los 240 Hz de los G8 y G9 y los impresionantes 500 Hz del G6, apoyados por VRR para eliminar microparones y tearing sin procesados extra.
En la práctica, el movimiento se percibe limpio y directo. En un shooter competitivo o un simulador rápido, el objeto que sigues se queda “pegado” a tu mirada: el mando y la imagen parecen moverse a la misma velocidad.
Sólo el Odyssey 3D G90XF se desmarca con panel IPS y tecnología tridimensional sin gafas, a 165 Hz, pensado más como experimento visual que como monitor de competición.
Samsung Odyssey 3D
OLED: el contraste que ordena la escena
El cambio más visible (y quizá el más importante) está en la luz. Samsung deja atrás la retroiluminación del Mini LED y se pasa al QD-OLED, un sistema que controla la iluminación píxel a píxel. Eso permite negros reales, brillo más equilibrado y colores más ricos. En un pasillo oscuro, la pantalla no levanta el gris ni diluye los detalles; las linternas, los neones y las explosiones conservan fuerza sin quemar el contorno.
La capa Glare Free también marca diferencias. Permite jugar o trabajar con luz ambiental sin que el reflejo se convierta en enemigo. El resultado es una escena que respira, más tridimensional, con profundidad real y sin ese velo brillante que a veces arruina los negros.
Odyssey OLED G9
Conectividad que no limita
Aunque la gama 2025 no estrena DisplayPort 2.1, el DisplayPort 1.4 con compresión DSC está bien aprovechado. Permite manejar señales de 4K a 240 Hz o resoluciones ultrapanorámicas sin pérdida visible de calidad.
La compresión es prácticamente imperceptible, y la nitidez del texto o los HUD se mantiene incluso en modos de alto refresco. En consola, el soporte de HDMI 2.1 con VRR y ALLM completa el círculo: aquí no hay que elegir entre fidelidad o fluidez, porque el monitor lo gestiona todo sin recortes.
Samsung Odyssey G6
Curvatura sólo donde tiene sentido
Samsung mantiene la curvatura 1000R en el Odyssey G9 de 49 pulgadas, que envuelve la visión periférica y reduce el esfuerzo ocular al recorrer el ancho del panel. En juegos de conducción o simulación, el efecto inmersivo es inmediato: el entorno se cierra sobre ti, pero sin deformar los bordes. Los modelos de 27” (G6, G8, G5) son planos, más adecuados para escritorios compactos o entornos competitivos, donde cada milisegundo y cada píxel cuentan.
Una imagen pensada para todo el día
Pese al apellido “gaming”, los Odyssey 2025 se comportan igual de bien fuera del juego. El contraste del OLED y su respuesta instantánea mejoran la gradación del color en edición de vídeo o fotografía, evitan banding y ofrecen una nitidez sobresaliente en texto.
Los 27 pulgadas 4K son ideales para trabajar de cerca, y el Smart Hub/Gaming Hub convierte el monitor en un centro multimedia cuando apagas el PC. Entre una sesión de GeForce Now y una serie en Samsung TV Plus, es fácil olvidarse de que no es una tele.
Samsung Odyssey G8
Qué cambia de verdad cuando juegas
Los números impresionan, pero lo que se nota es la coherencia. El refresco alto suaviza la acción, el OLED mantiene el contraste y la conectividad evita cuellos de botella. Cada pieza empuja en la misma dirección: fluidez, precisión y naturalidad. No hay halos, no hay estelas, no hay distracciones. Todo fluye con la misma sensación de inmediatez que uno espera al mirar por una ventana, no a una pantalla.
Detalles que se aprecian con el tiempo
Las mejoras no se agotan el primer día. El brillo se mantiene estable sin “bombear”, los perfiles por entrada se guardan sin sorpresas, el PBP y el PIP funcionan de verdad, y el modo Eye Saver reduce la fatiga cuando pasas horas delante del panel. Son ajustes pequeños, pero juntos crean algo que se percibe con el uso: menos cansancio, más comodidad y la sensación de que todo está donde debe.
Los Odyssey 2025 no ganan por tener el mayor número en la caja, sino por cómo encajan esos números. Refresco alto, contraste real y conectividad pulida no son tres titulares sueltos; forman una experiencia coherente que se siente viva, profunda y rápida a la vez. Si buscabas un monitor que haga más que sumar hercios, aquí hay una generación que redefine lo que significa “ver bien” un juego.
Imágenes | Samsung
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