En el mundo de los móviles y la realidad mixta, hay un enemigo silencioso que siempre está ahí: esas protuberancias de cámara que rompen el diseño y suman gramos de más, aunque en móviles como los Galaxy S25 no tan marcadas como en otros.
Samsung parece decidida a plantarle cara y su última apuesta, llamada Metalens Camera, apunta directamente a ese problema. Si todo va como parece, podría ser la llave para que los próximos Galaxy luzcan más finos, ligeros y sin "joroba" fotográfica.
Un avance que ya se ha puesto a prueba
La compañía surcoreana, junto a investigadores de la Universidad POSTECH, ha desarrollado una cámara ocular infrarroja ultracompacta destinada a dispositivos XR como el Project Moohan (realidad extendida). La clave está en las lentes Metalens, que han permitido reducir el grosor del módulo en un 20 %: de 2,0 mm han pasado a apenas 1,6 mm frente a las lentes refractivas de toda la vida.
La rebaja de tamaño no es lo único que impresiona. También se ha conseguido un seguimiento de pupila de gran precisión, reconocimiento de iris y un campo de visión de 120 grados. Y si hablamos de nitidez, la mejora es evidente: la función de transferencia de modulación (MTF) ha pasado de un 50 % a un 72 %.
Lentes planas que juegan con la luz
La magia de Metalens está en que abandona por completo la óptica curva tradicional. En lugar de depender de cristal moldeado, utiliza nanoestructuras que "doblan" la luz a su antojo. Esto no sólo hace posible un diseño más fino, sino que abre la puerta a cámaras más ligeras y con menos limitaciones físicas, lo que sería un gran avance en los próximos Samsung Galaxy, por ejemplo.
Samsung y POSTECH han recogido todo el proceso en un estudio titulado "Cámara ocular compacta con metalentes con retardo de fase de dos tercios de longitud de onda". Ahí explican que esta tecnología no es un simple experimento de laboratorio: tiene potencial real para llegar a dispositivos de consumo.

El talón de Aquiles: fabricarlas
Hasta ahora, el mayor problema para llevar las Metalens al mercado estaba en la relación de aspecto de las nanoestructuras. En óptica convencional, el sensor necesita proporciones de al menos 1:10, lo que complica y encarece la producción.
El equipo ha logrado rebajar esa cifra a 1:5, reduciendo la altura sin que se resienta la calidad óptica. Esto permite un control de luz muy preciso, con retraso de fase de longitud de onda completa. El inconveniente es que son estructuras muy delicadas y, por tanto, más fáciles de dañar durante su fabricación.
El proyecto está liderado por el Dr. Jeong-Geun Yun, de Samsung Research, y el profesor Junsuk Rho, de POSTECH. Entre ambos han conseguido superar las limitaciones que mantenían esta tecnología en el laboratorio, acercando la posibilidad de que la veamos en dispositivos comerciales.
Si las pruebas siguen dando resultados, no sería descabellado imaginar un futuro en el que los próximos Galaxy tengan un diseño más limpio, sin bultos traseros, pero con la misma (o incluso más) calidad de imagen.
Imágenes | Javier Penalva, Xataka
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