Manuel Naranjo
EditorDurante algún tiempo pensé que usar la lavadora era algo no excesivamente sostenible. Que si el gasto de electricidad, el consumo de agua, los residuos que van al mar… todo eso me rondaba la cabeza.
Así que decidí hacer un pequeño experimento personal: dejar la lavadora una semana y lavar toda mi ropa a mano. Camisetas, vaqueros, toallas. Todo. Quería comprobar si realmente era más respetuoso con el medio ambiente o si sólo era una idea romántica de "volver a lo natural".
No fue una semana fácil, pero fue muy reveladora. Aprendí cosas que no esperaba… y también confirmé que mi lavadora Samsung, usada con cabeza, no sólo es más cómoda: también es más sostenible de lo que imaginaba.
Lavar a mano no siempre es tan verde como parece
Al principio, todo parecía ir bien. Un barreño, un poco de jabón ecológico, agua templada y muchas ganas. Pero ya el segundo día me di cuenta de que estaba gastando más agua de la que creía. Enjuagar bien una toalla o un par de vaqueros lleva muchos litros. Y como no tienes un tambor girando ni presión constante, tiendes a usar más jabón del necesario para "compensar".
Además, si no secas al sol perfectamente y no lavas con la temperatura adecuada, algunas prendas empiezan a oler raro. No por dejadez, sino porque las manos, por muy voluntariosas que sean, no pueden competir con un electrodoméstico diseñado para lavar a fondo.
Volví a mi lavadora Samsung… pero con otra mentalidad
Después de esa semana de tendinitis incipiente y litros de agua desperdiciados, volví a mi Samsung con otra perspectiva. Empecé a usar ciertas funciones que ahora marcan la diferencia en sostenibilidad.
Por ejemplo, el modo EcoBubble, que disuelve el detergente con aire y agua antes de que entre en contacto con la ropa, permite lavar en frío sin perder eficacia. Con esto no sólo ahorras electricidad, también cuidas mejor los tejidos y reduces el desgaste de la ropa.
La función AI Ecobubble, ajusta automáticamente la cantidad de burbujas y duración del ciclo en función del tipo de tejido y carga. Literalmente, la lavadora piensa por ti para optimizar cada lavado.
También hay programas como el Super Eco 40–60, diseñado específicamente para prendas que no están muy sucias, pero que necesitan una buena limpieza. Y el sensor de carga es otro aliado silencioso: detecta cuánta ropa has metido y adapta el consumo de agua y energía a lo justo. Nada de malgastar.
Ser sostenible también es cuidar tu tiempo (y tu cuerpo)
Lo que más me impactó de lavar a mano no fue el cansancio físico (que lo hubo), sino darme cuenta de que muchas veces confundimos esfuerzo con conciencia ecológica. Claro que hay formas más responsables de hacer las cosas, pero eso no implica renunciar a la tecnología. Al contrario: si tenemos herramientas que hacen mejor el trabajo con menos recursos, usarlas bien es parte de ser sostenibles.
Por eso sigo usando mi lavadora Samsung. Porque ahora sé que no es un gasto innecesario, sino una inversión en comodidad, eficiencia y ahorro. Lo ecológico no tiene por qué ser incómodo. Ser sostenible no implica lavar como en 1.920. A veces, el cambio está en los pequeños gestos: usar un programa eficiente, lavar con agua fría, esperar a tener carga completa, evitar los ciclos largos innecesarios.
Después de una semana a mano, entendí que lo importante no es renunciar a la tecnología, sino aprender a usarla mejor. Y con una lavadora como la mía, que apuesta por la eficiencia desde el diseño, sé que puedo cuidar del planeta… sin dejarme la espalda en el intento.
Imágenes | CoPilot, Freepik AI
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