Si la ropa te encoge en la secadora, estos son los trucos que Samsung te recomienda para ahorrarte disgustos

Gracias a los programas delicados, el Sensor de Secado y funciones como AI Dry, tu secadora Samsung puede evitar que las fibras se contraigan y mantener la ropa en su talla correcta

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Manuel Naranjo

Editor

Abrir la secadora y ver que tu camiseta favorita ha encogido duele casi tanto como pisar un enchufe descalzo. Da igual que la prenda fuera barata o cara: la sensación de haberla “perdido” por un simple ciclo de secado se queda rondando todo el día.

Y sin embargo, si miras con calma lo que ha pasado, casi nunca es un fallo de la máquina. Con las secadoras Samsung pasa algo muy claro: están pensadas para cuidar la ropa, pero si las usamos a lo bruto, con el mismo programa para todo y sin mirar etiquetas, es cuestión de tiempo que el armario empiece a cambiar de talla por su cuenta.

Cuando la ropa encoge, algo en el proceso se ha pasado de rosca

El encogimiento no es un castigo divino ni un misterio técnico. Es la forma que tienen las fibras de reaccionar cuando las sometes a una mezcla poco equilibrada de calor, humedad y movimiento.

El algodón, la lana y muchas mezclas “aparentemente resistentes” se comportan igual: si las calientas demasiado y las haces girar durante más tiempo del necesario, se contraen. No es que la secadora “queme” la tela, es que la obliga a recolocarse de manera permanente.

El problema típico empieza antes de pulsar el botón. Carga a tope, un batiburrillo de toallas gruesas con camisetas finas, vaqueros y alguna sudadera con dibujo, todo junto. 

Después viene el segundo clásico: elegir el programa más potente “para que seque bien”, sin pararse a pensar qué hay dentro. Si eso lo repites semana tras semana, lo raro no es que se encoja una prenda; lo raro sería que no se encogiera ninguna.

Muchas secadoras Samsung llevan sensores de humedad y ciclos pensados para cortar el secado cuando la ropa ya está lista. El problema es que muchas veces los ignoramos, o los sobreescribimos con tiempos extra “por si acaso”, justo lo que termina castigando más las fibras.

Lo que tu secadora Samsung puede hacer por tu ropa (si la dejas)

Si te paras un minuto a mirar el panel de tu secadora, verás que no todo es “algodón” y “sintéticos” y ya está. Los modelos recientes incorporan programas delicados, ciclos de baja temperatura, opciones de “secado armario” o funciones como AI Dry+ que ajustan tiempo e intensidad según la carga real. No están ahí para rellenar el catálogo; son justo la herramienta que necesitas para que las prendas salgan como entran.

Un ejemplo muy claro: las camisetas de algodón del día a día, las sudaderas que no quieres perder y la ropa deportiva con algo de elasticidad agradecen programas suaves, temperaturas moderadas y que el ciclo se pare cuando ya están secas, no media hora después. Ahí es donde entran en juego el Sensor de Secado y los modos específicos para delicados o mixtos.

También hay otra parte menos vistosa, pero igual de importante: cómo entra la ropa en la secadora. Si vienes de una lavadora con un centrifugado exagerado, la prenda ya ha sufrido calor y fuerza de más antes de pasar al bombo. Bajar un punto el centrifugado en ciertas coladas y dejar que la secadora haga su trabajo con algo de humedad real ayuda a que el sensor acierte y no convierta el ciclo en una “sauna textil” innecesaria.

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Hábitos pequeños que evitan disgustos grandes

Más allá de los programas, hay costumbres que marcan muchísimo la diferencia. Separar por grosor y tipo de tejido no es una manía, es una forma sencilla de evitar que las camisetas finas se pasen quince minutos de más porque hay unas toallas gigantes al lado que aún están húmedas. No llenar el bombo hasta el límite permite que el aire circule y que la máquina no tenga que alargar el secado solo porque la ropa está apelotonada.

Y luego están las etiquetas. No son decorativas. Hay prendas que admiten secadora, pero solo a baja temperatura; otras directamente piden secado al aire. Ignorar esos iconos “porque nunca pasa nada” es jugar a la lotería con tu ropa favorita. El día que encoge, suele ser tarde para lamentarse.

Las secadoras Samsung tienen más margen de protección del que parece a primera vista. Si las usas con cabeza, dejan de ser “la máquina que se come la ropa” y pasan a ser una aliada cómoda, rápida y respetuosa con las prendas. Y lo notas, sobre todo, en lo que no pasa: dejas de abrir la puerta con miedo y empiezas a asumir que tu ropa saldrá con la misma talla con la que entró.

Imágenes | Dall-E con edición

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