Hay ajustes que pasan desapercibidos hasta que un día los activas y de pronto la imagen “respira” distinto. Contrast Enhancer es uno de ellos. No es el típico filtro llamativo que lo satura todo, sino un procesado que intenta dar profundidad a escenas que, de fábrica, pueden verse algo planas.
Desde que me puse a jugar con él, he acabado con una idea clara: bien usado, mejora la experiencia.
Qué hace realmente (más allá del nombre)
La traducción literal despista. No se limita a “subir contraste” y ya. Contrast Enhancer analiza la escena en tiempo real y reajusta la relación entre luces y sombras para que los blancos no se quemen y los negros no se empasten.
En la práctica añade microcontraste (separación de contornos y texturas finas) y reequilibra zonas de sombra. No reemplaza a un buen panel ni a un local dimming solvente, pero ayuda a que la imagen tenga más relieve sin tocar cien parámetros a mano.
Dónde brilla (y por qué)
En SDR y contenidos comprimidos (TDT, ciertos streaming, cine antiguo remasterizado regular) el salto es evidente. Un drama nocturno donde antes veías un bloque de gris oscuro, empieza a enseñar ladrillos en una pared, arrugas de una chaqueta, detalles que estaban ahí pero escondidos.
En deportes también funciona: el césped gana cuerpo y los jugadores se separan mejor del fondo; los planos generales pierden ese aspecto “lavado” tan habitual en emisiones muy comprimidas.
Y en animación, especialmente la televisiva, suele aportar punch sin arruinar la intención del color.

Dónde conviene ir con cuidado
En HDR bien masterizado (películas y series top de plataformas), el riesgo es pasarte y empezar a recortar altas luces o a endurecer sombras de forma artificial. Si te gusta ver contenido tal y como lo pensó el director, quizá prefieras modos como Filmmaker o Cine.
Otro caso típico: salas completamente a oscuras con paneles muy capaces. Si ya tienes negros profundos y buen control de luz, el “empujón” extra puede volverse innecesario y hacer que la imagen parezca más procesada de la cuenta.
Cómo activarlo y con qué combinarlo
La ruta exacta cambia según el año, pero suele estar en Imagen > Configuración experta (o Ajustes avanzados) > Contrast Enhancer con dos niveles: Bajo y Alto.
Mi recomendación tras varias pruebas es sencilla: empieza por Bajo, quédate ahí para SDR, TDT y streaming de calidad irregular, y sube a Alto solo si notas la escena muy plana o estás en una sala con mucha luz ambiente.

En HDR, si usas Filmmaker, lo normal es dejarlo desactivado; con Estándar o Dinámico ya tienes suficiente procesado y no merece la pena encadenar efectos.
Un consejo: activa y desactiva durante la misma escena (un plano medio con piel, una noche de lluvia o una fachada a pleno sol). Si al quitarlo, la imagen parece perder profundidad, pero sigue natural, vas bien. Si al ponerlo aparece halo en contornos o los blancos se convierten en manchas sin textura, te has pasado.
Ajustes que ayudan a rematar
Contrast Enhancer no obra milagros si el resto va a la contra. Conecta por HDMI eARC o usa la app nativa de la tele para evitar reconversiones raras.
Mantén brillo/retroiluminación en niveles razonables (no todo a tope) y revisa Local Dimming: demasiado agresivo junto a Contrast Enhancer puede “aplastar” sombras.
Si ves bandas o contornos exagerados, baja la nitidez (sí, menos es más). Y recuerda que la luz de la sala manda: con lámpara encendida o luz de día, el modo en Bajo ayuda a compensar la pérdida de contraste percibido.
No es una varita mágica ni una función para dejar fija sin pensar. Si tuviera que resumirlo en una regla: Contrast Enhancer en Bajo para casi todo; Alto sólo cuando el contenido o la sala lo piden; apagado cuando buscas fidelidad absoluta.
Imágenes | Samsung
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