Todos tenemos una serie que nos atrapa, esa que esperamos ver con calma al final del día o que nos acompaña en una buena maratón de fin de semana. Pero hay una diferencia importante entre verla en una tele cualquiera y disfrutarla en condiciones. Porque una cosa es seguir la historia, y otra muy distinta es sentir que estás dentro de ella.
Ahí es donde los paneles QLED de Samsung juegan en otra liga. No se trata sólo de una imagen más bonita. Lo que ofrece una QLED es una experiencia más rica, más envolvente y, sobre todo, más cercana a cómo se pensó esa serie en la mente de su creador.
Colores más precisos y fieles a la imagen original
Una tele puede encenderse, reproducir una serie y cumplir. Pero otra cosa muy distinta es que esa serie te atrape. El cambio no siempre está en el tamaño ni en sí: muchas veces la diferencia se encuentra en cómo se muestran los colores. Y ahí es donde las teles QLED de Samsung son sumamente recomendables.
En lugar de depender de filtros que tienden a lavar la imagen, estos paneles utilizan tecnología de puntos cuánticos. No es sólo una mejora estética, es una cuestión de precisión.
Cada punto emite un color específico con más pureza, lo que permite cubrir el 100 % del volumen de color incluso cuando el brillo está al máximo. Dicho de otra forma: los tonos intensos no se saturan y los más sutiles no desaparecen.
Tecnologías como Direct Full Array también suman. La retroiluminación se ajusta por zonas, lo que evita que los blancos se quemen o que las partes oscuras se vean apagadas. Es una mejora que pasa desapercibida… hasta que vuelves a una tele que no la tiene.
Más detalle, más claridad y movimiento más natural

No todo lo que vemos está grabado en 4K. A veces es un capítulo antiguo, una peli de hace años o contenido en streaming que llega en calidad justa.
Ahí entra en juego el procesador. En las QLED más recientes, el sistema de escalado por inteligencia artificial analiza cada escena en tiempo real y reconstruye lo que falta. Esto mejora la definición, reduce el ruido y recupera textura donde antes no había nada más que manchas.
Y si hay algo que suele dar problemas en teles más modestas, es el movimiento. Escenas de acción, cámaras que giran rápido, partidos de fútbol… todo tiende a emborronarse. Aquí, funciones como Motion Xcelerator Turbo+ ayudan a mantener la imagen limpia, sin temblores ni rastros.
Se agradece más de lo que parece, sobre todo cuando llevas un rato viendo algo y tu cerebro deja de pelearse con el desenfoque.
... y un sonido a la altura
El sonido suele ser el gran olvidado. Hasta que notas que algo no cuadra. En una escena de tensión, por ejemplo, debería escucharse todo con claridad: la respiración del personaje, un crujido a lo lejos, una frase susurrada.
Para eso, Samsung incorpora en sus QLED (y en televisores OLED, por ejemplo) sistemas como Object Tracking Sound, que hace que el audio se desplace según lo que ocurre en pantalla. Si algo se mueve de un lado al otro, lo percibes como tal.
Además, con Sonido Adaptativo, el televisor se ajusta al entorno sin que tengas que tocar nada. ¿Ruido de fondo en casa? Lo detecta. ¿Diálogos bajos? Los refuerza. Y si usas una barra de sonido compatible, con Q-Symphony no se desconectan entre sí: trabajan juntos, sumando.
Ver una serie en una QLED de Samsung no es sólo una cuestión de brillo o contraste. Es un conjunto de cosas que, al final, acaban importando. No porque sean llamativas, sino porque están bien pensadas. Colores fieles, negros reales, definición constante o sonido que acompaña.
Imágenes | Juan Carlos López
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