Samsung no solo fabrica chips, también hace los deberes. Por eso se ha llevado la máxima nota en control de exportaciones

Samsung ha renovado la calificación AAA en su programa de cumplimiento de exportaciones, un reconocimiento que tendrá validez durante tres años

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Manuel Naranjo

Editor

La noticia de que Samsung vuelva a llevarse la calificación más alta en control de exportaciones puede sonar burocrática, pero en realidad cuenta mucho sobre cómo juega la compañía en la primera división del negocio tecnológico global.

No son solo chips más rápidos o móviles más vistosos: es la parte menos visible del tablero, la que decide quién puede vender qué, a quién y en qué condiciones.

Ahí, Samsung ha vuelto a sacar matrícula: mantiene la nota AAA en el programa de cumplimiento para exportadores de bienes estratégicos, y eso, dicho en corto, significa confianza.

Mucho más que un sello bonito en un informe

La calificación AAA forma parte del Compliance Program para “Self-Governing Strategic Item Traders”, un sistema que reconoce a las empresas capaces de gestionarse sus propias exportaciones de productos sensibles con un nivel de control equiparable (o superior) al que exigiría la administración.

No es un premio honorífico, es una auditoría seria sobre cómo clasificas lo que vendes, cómo revisas a quién se lo vendes, qué barreras internas tienes para detectar operaciones dudosas, cómo proteges la información y cómo formas a tu gente para no saltarse ninguna línea roja.

Desde que este sistema existe, Samsung ha ido encadenando la máxima nota sin caerse del escalón. No se mantiene un AAA durante más de una década por casualidad. Detrás hay estructuras internas dedicadas solo a esto, sistemas automatizados para revisar contratos y rutas, equipos legales que entienden la parte técnica y técnica que entiende la parte legal.

En la última renovación han pesado, entre otros puntos, el compromiso explícito de la dirección, el refuerzo de la organización dedicada al control de exportaciones y la implantación de sistemas para detectar transacciones de riesgo antes de que se conviertan en problema.

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Tres años de margen y menos fricción en un contexto envenenado

La nota AAA viene con un detalle clave: tres años de validez y ventajas administrativas claras. Menos papeleo, menos esperas para permisos, más agilidad para mover chips y equipos de red a mercados donde cualquier error puede traducirse en sanciones, retrasos o cancelaciones de contratos.

En un momento en el que los semiconductores se han convertido en pieza geopolítica, esta agilidad es oro. Significa que Samsung puede diseñar y ejecutar su hoja de ruta con algo más de certidumbre que muchos competidores, porque parte de la burocracia pasa a estar resuelta de antemano.

No elimina los riesgos externos, ni la volatilidad política, ni los cambios repentinos en las normas de exportación. Pero ofrece un colchón: si hay que reaccionar a una nueva restricción, es más fácil hacerlo cuando ya tienes procesos sólidos, trazabilidad y equipos acostumbrados a trabajar bajo lupa.

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Lo que dice de Samsung puertas adentro

Esta clase de reconocimiento también sirve como radiografía de cultura interna. Mantener una calificación de este nivel implica asumir que el “cumplimiento” no es un departamento aislado al final del pasillo, sino algo que cruza logística, ventas, legal, seguridad, IT y dirección.

Para una compañía que vive de mover grandes volúmenes de productos estratégicos, eso es una decisión consciente: prefieren construir la imagen de socio fiable, aunque eso suponga perder alguna oportunidad rápida.

Si solo te interesan los dispositivos finales, puede parecer un tema lejano. Pero no lo es tanto. Cada vez que una marca se ve envuelta en un lío de exportaciones, los efectos terminan llegando: retrasos en lanzamientos, problemas de stock, cambios de proveedor con impacto en calidad o soporte, incertidumbre sobre actualizaciones o garantías.

Que Samsung consolide la máxima nota en este programa significa que tiene mejor posicionada la parte del negocio que no sale en los anuncios, la que permite que el hardware llegue donde tiene que llegar sin choques constantes con aduanas y reguladores.

Lo interesante de esta renovación es que encaja con el relato que Samsung intenta construir: no solo quiere liderar en potencia, memorias para inteligencia artificial o pantallas, también quiere presentarse como un actor maduro en un mercado hiperregulado. Con esta AAA, envía un mensaje claro a gobiernos y socios: “podéis contar con que hacemos los deberes”.

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