El calor no sólo pasa factura a nuestro cuerpo. También lo hace con los dispositivos que usamos a diario, sobre todo cuando la temperatura aprieta en el coche.
Conectar el móvil a Android Auto puede convertirse en una experiencia incómoda: la batería sufre, el teléfono se recalienta y, en ocasiones, la sesión termina con el sistema bloqueado o el smartphone apagado.
El dilema del cable
Siempre he preferido usar Android Auto por cable. Viajes largos, conexión más estable y la seguridad de tener batería cargada al llegar a mi destino. Pero con temperaturas altas, esa fórmula juega en contra: el propio proceso de carga genera calor, que se suma al del procesador cuando Android Auto está en marcha. Resultado: el móvil empieza a sudar la gota gorda.
La solución es optar por la conexión inalámbrica. Puede que pierdas estabilidad en algún momento, pero el simple hecho de evitar que el teléfono se cargue mientras está sometido a tanto trabajo marca la diferencia. Al menos, no añades más leña al fuego.
En carretera, además, librarse del cable te da margen para ubicar el teléfono en un rincón fresco, alejado de rayos de sol directos y del propio salpicadero que acumula temperatura.
Si alguna vez has usado un cable corto, sabrás lo incómodo que resulta encajar el dispositivo junto al panel. Y si el cable es demasiado largo, el lío de cables no ayuda. La conexión inalámbrica permite ganar en libertad y encontrarle un lugar más amable dentro del coche.
Sin funda, mejor
Otro gesto sencillo es quitarle la funda al móvil. Parece poca cosa, pero cualquier capa extra dificulta la disipación del calor. De esta manera se puede conseguir que la propia temperatura del dispositivo disminuya más de lo que parece en un principio. Sólo con eso.
Menos es más
Incluso con conexión inalámbrica y el móvil a la sombra, el calor acaba ganando la partida en viajes largos o en días extremos. Ahí toca aplicar otra estrategia: reducir la actividad. Eso significa prescindir de música en streaming, desactivar notificaciones y, en ocasiones, descargar mapas de Google Maps antes de salir.
Todo lo que implique menos transferencia de datos es un respiro para el dispositivo. No es la experiencia más completa, pero es suficiente para llegar al destino sin que el teléfono arda por dentro.

Cuando no queda otra
A veces no hay fórmula que valga. Si el calor es excesivo, el móvil termina sobrecalentándose igualmente. Los sistemas de protección entran en juego: rendimiento limitado, cierres forzados y, en última instancia, apagado automático. Es molesto, pero es preferible a que el hardware se dañe de forma irreversible.
La única salida en esos casos es dar un respiro al dispositivo y apagar Android Auto durante un rato. Un enfriamiento a tiempo evita problemas mayores.
Una lección del calor
El calor excesivo es un recordatorio de lo vulnerable que es la tecnología en condiciones adversas. Android Auto es útil, cómodo y en muchos casos indispensable, pero también nos enseña a encontrar el equilibrio entre prestaciones y cuidado del dispositivo.
Al final, todo se resume en pequeños gestos: cambiar de cable a inalámbrico, retirar la funda, ubicar el teléfono en un lugar fresco y limitar la actividad cuando toca. Nada espectacular, pero suficiente para que el móvil sobreviva a la ola de calor sin dramas.
Imágenes | Dall-E con edición, Xataka
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