Mover los modelos de inteligencia artificial más ambiciosos no es sólo cuestión de líneas de código brillantes: hace falta músculo industrial, memoria a espuertas y centros de datos capaces de tragar trabajo sin pestañear.
En ese tablero, Samsung se ha convertido en el socio estratégico de OpenAI para que Stargate deje de ser un plan y empiece a funcionar con cara y ojos.
Qué es el proyecto Stargate
Stargate, presentado a inicios de 2025 junto a SoftBank y Oracle, es la apuesta por una red global de infraestructura diseñada para servir a la próxima generación de modelos. La idea es sencilla de decir y difícil de ejecutar: desplegar suficiente potencia de cómputo (y abastecerla de memoria) para que la IA siga escalando sin ahogarse.
Ahí entra Samsung con una promesa que marca el ritmo: hasta 900.000 obleas de DRAM al mes destinadas a OpenAI. Para entender la magnitud, hablamos de más del doble de la capacidad actual de la industria en memoria de alto rendimiento. Sin ese caudal de chips, entrenar y operar modelos punteros sería un cuello de botella continuo.

SK hynix se suma al esfuerzo, pero Samsung marca el paso
Aunque el proyecto suma a más actores (SK hynix y su matriz, SK Group, también arriman el hombro con suministro y apoyo de infraestructura en Corea del Sur) el foco está claro: Samsung es el ancla que sustenta el aprovisionamiento crítico y, además, pone sobre la mesa su ecosistema corporativo para levantar y operar los centros de datos.
No se limita a fabricar memoria; coordina piezas que normalmente viven separadas. Samsung SDS asumirá la operación diaria de las instalaciones, mientras que Samsung C&T y Samsung Heavy Industries exploran conceptos nada convencionales como centros de datos flotantes: plataformas sobre el agua que pueden ahorrar suelo, mejorar la refrigeración natural y ayudar a recortar emisiones.
Reinventar los centros de datos
Este enfoque vertical tiene una lectura clara: cuando el consumo energético y la densidad térmica suben, el truco no está sólo en optimizar software, sino en reimaginar la física del centro de datos.
Aprovechar el entorno marítimo para disipar calor, acercar la generación y el procesamiento, y diseñar espacios modulares que se despliegan donde conviene.
Es la clase de ingeniería que marca diferencias cuando los modelos pasan de ser “muy grandes” a “descomunales”.
Corea del Sur, nuevo eje de la IA global
Para OpenAI, el acuerdo blinda el componente que menos glamour tiene y más sufre cuando las curvas de demanda se disparan: la cadena de suministro. Contar con una producción de DRAM a ese nivel estabiliza calendarios de entrenamiento, reduce riesgos de paradas por escasez y permite planificar saltos de capacidad con menos sobresaltos.
Y para Corea del Sur, el efecto tractor es evidente: consolidarse como hub global de IA, con Samsung liderando tanto el silicio como la operación.
Un socio estratégico para el futuro
Sam Altman lo resumió con precisión: Corea dispone de una base industrial clave para lo que viene y Samsung es el socio adecuado para cubrir unas necesidades que crecen sin pausa.
Traducido a la práctica, Stargate no es sólo más cómputo; es una manera distinta de construir la maquinaria que hará posible la siguiente ola de modelos. Si la IA del futuro necesita memoria, energía y espacio, Samsung está levantando la autopista por la que todo eso circulará. Y lo está haciendo a una escala que, hasta hace nada, parecía ciencia ficción.
Imágenes | Dall-E, Samsung
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