Si en un lugar de casa es especialmente importante la limpieza y el cuidado, es en la cocina, concretamente en la vitrocerámica. Por razones obvias, este es el lugar que más grasa y suciedad acumula, así que debemos dedicar tiempo y atención a tenerla en el mejor estado posible. Me gusta tenerla siempre reluciente, pero he recibido la peor noticia: ha venido de mi madre, que me ha confirmado que lo estaba haciendo mal.
La contraparte es que, a la vez, me he llevado una explicación por su parte y ahora sí que sé cómo hacerlo correctamente. No hay que hacer caso a trucos virales para limpiar este tipo de electrodomésticos ni a fórmulas mágicas. Solo hay que seguir una serie de pasos muy sencillos, utilizar el material correcto y esperar a que esté apagada y fría. Te cuento cómo es esta rutina de limpieza.
Así hay que limpiar la vitrocerámica para que quede bien y desinfectada

La limpieza siempre es más sencillo sobre una placa de inducción, puesto que estas solo se activan cuando se coloca una olla o sartén encima. En mi casa siempre hemos sido de tener vitrocerámica y, aunque la renovamos hace tan solo unos años, seguimos apostando por esta tecnología.
Lo primero y más importante para limpiar este tipo de placas es lo que hemos adelantado: comprobar que los fuegos estén apagados y fríos. Si es el caso, ya podemos empezar con la limpieza. Lo ideal es comenzar con una ligera limpieza superficial con un paño húmedo. Hay que pasar el paño por toda la superficie, aunque siempre sin apretar demasiado. De esta forma, retiramos manchas e incrustaciones más blandas, así como pequeños trozos de alimentos.
En el caso de que tengamos manchas más difíciles de retirar, lo ideal es acudir a un producto específico para ello. Los hay en los supermercados y disponen de mezclas que van muy bien para vitrocerámicas. Ahora bien, un detalle importante: hay que aplicarlos con un paño o, como mucho, con una esponja. Nada de usar estropajos de aluminio si no queremos estropear la vitrocerámica.
Si preferimos no usar productos químicos, siempre podemos de tirar de remedios caseros. El clásico de usar bicarbonato de sodio y vinagre blanco funciona contra la suciedad y las acumulaciones de grasa, pero hay otro en el que no se suele reparar y que va muy bien: la sal.
¿Y si nada de lo anterior funciona? Entonces llega el momento de usar el mejor aliado contra las manchas e incrustaciones más rebeldes: la rasqueta. Este utensilio es muy útil, pero usarlo mal puede acabar rayando la vitrocerámica. Lo ideal es sujetarla fuerte por ambos extremos y en ángulo de 30 grados (aproximadamente). Después de rascar de esta manera, tenemos que proceder con un paño para eliminar los restos.
Si hay restos de comida quemada que no se van ni con una rasqueta, puedes probar mezclando dos cucharadas de bicarbonato con 10 centilitros de agua. Se formará una pasta que debemos aplicar sobre la superficie quemada y dejarla actuar durante unos 5 minutos. Cuando pase el tiempo, basta con retirar con un paño los restos.
Con todo lo anterior, tendremos nuestra vitrocerámica no solo limpia, sino también desinfectada. Siempre debemos evitar, dentro de lo posible, que caigan restos de comida sobre ella, aunque esto es algo que no siempre podemos controlar. Al menos, siguiendo estos pasos, nos aseguramos de no dañar nuestra vitrocerámica en el proceso.
Imagen | Samsung
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