He tenido el aire puesto todo lo que va de verano y ya sé lo que me cuesta al día tener el salón fresquito

El consumo de un aire acondicionado tipo split es, más o menos, de 13 kilovatios diarios, poniéndolo diez horas al día.

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Manuel Naranjo

Editor

El calor de verano no entiende de horarios. Se cuela por las ventanas, se instala en el salón y convierte las noches en maratones de vueltas en la cama. Cuando el ventilador ya no da más de sí, sólo queda una salida: el aire acondicionado. Y claro, ahí aparece la duda inevitable, la que nos ronda a todos cuando el recibo de la luz está a punto de llegar: ¿cuánto me cuesta tener el aire puesto todo el día?

El consumo del aire acondicionado

Vamos a poner los pies en el suelo. Un aire acondicionado doméstico tipo split (como los que tiene Samsung) suele moverse entre 1 y 1,3 kilovatios por hora de consumo, aunque esto depende de muchos factores: el modelo, la antigüedad del equipo, la eficiencia energética o la temperatura que hace en la calle.

Si lo tienes encendido unas diez horas al día, que no es ninguna locura en pleno julio, el gasto energético ronda los 13 kilovatios diarios. A partir de ahí, el cálculo es bastante sencillo: si el precio del kilovatio está a unos 0,15 euros (una media bastante realista en las últimas semanas), el coste por jornada se queda en torno a 1,95 euros.

Multiplica eso por todos los días que te toca sobrevivir al calor, y verás que la cifra final puede asomar la cabeza sin que apenas te des cuenta. No es un derroche brutal, pero tampoco es insignificante.

No todos los días son iguales

Eso sí, el consumo no es una constante. Cambia. Y cambia bastante. Porque no es lo mismo poner el aire cuando fuera hay 30 grados que cuando el termómetro marca 40. Cuanto más aprieta el calor, más esfuerzo necesita el aparato para enfriar el interior y ese esfuerzo se paga en kilovatios.

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También influye (y mucho) la temperatura que eliges en el mando. Por cada grado que bajas por debajo de los 24-26 °C recomendados, el consumo puede subir hasta un 8 % más. Es decir: no es lo mismo ponerlo a 25 °C (que es lo recomendado) que a 21, aunque a veces dé la tentación. Cuanto más lo exprimimos, más sube la factura.

La eficiencia sí importa

Otro factor que marca la diferencia es la eficiencia del propio aparato. Si el aire tiene ya unos años y no es precisamente de los más eficientes, lo normal es que consuma más para hacer lo mismo. En cambio, un equipo con etiqueta A++ o superior va a ofrecer mejores resultados con menos energía. A la larga, eso se nota (y bastante) en el bolsillo.

Además, si hablamos de modelos con tecnología Digital Inverter o funciones inteligentes, la optimización del uso puede ser todavía más precisa. Hay aires que aprenden tus rutinas, regulan el consumo y hacen que el gasto no se dispare aunque el uso sea intensivo.

Tener el aire acondicionado encendido diez horas al día puede costarte unos dos euros diarios, siempre que el equipo sea eficiente y lo uses con moderación. Puede parecer poco, pero el acumulado a lo largo de un mes puede pesar más de lo que imaginas.

La clave está en el equilibrio: ni pasar calor innecesariamente, ni dejar el aire funcionando sin medida. Usarlo con cabeza, ventilar a primera hora, mantener persianas bajadas en las horas críticas y no obsesionarse con temperaturas de museo puede marcar la diferencia entre un verano llevadero y una factura que no dé miedo abrir.

Imágenes | Freepik AI

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