Hoy en día no siempre hay espacio de sobra en casa, y muchas veces la cocina acaba siendo el sitio más lógico (o el único posible) para instalar la lavadora. No es algo raro ni mucho menos: cada vez más viviendas optan por esta solución, sobre todo en pisos pequeños o sin lavadero. Pero ojo, hay algunas cosas que merece la pena tener claras desde el principio.
Porque sí, una lavadora en la cocina puede integrarse perfectamente, funcionar sin ruidos raros y no desentonar con el resto. Pero para eso hay que pensar más allá de lo estético.
Piensa en el espacio real, no sólo en el hueco
Antes de mover muebles o comprar nada, hay que medir bien. No sólo el hueco donde quieres ponerla, sino también el acceso a tomas de agua, enchufes y, sobre todo, el recorrido que hará el desagüe. Una lavadora necesita algo más que un sitio justo: necesita poder respirar. Literalmente. Dejar unos centímetros libres a los lados y por detrás ayuda a disipar el calor y evita que vibre más de la cuenta.
También es importante la altura. Si va bajo la encimera, asegúrate de que cabe bien, incluso dejando margen para posibles ajustes en las patas o futuras reparaciones.
Agua, luz y desagüe: los tres puntos clave

Una lavadora necesita tres cosas para funcionar: entrada de agua, salida de agua y electricidad. Suena obvio, pero cuando se instala en la cocina hay que ser especialmente cuidadoso con cada uno de estos puntos.
- Entrada de agua: suele conectarse a la toma del fregadero, pero conviene poner una llave de paso independiente para poder cortarla cuando no se use.
- Desagüe: mejor si tiene un tubo propio conectado al sifón del fregadero, pero si no, hay adaptadores que funcionan bien. Lo importante es que quede fijo y no se suelte con la presión del agua.
- Electricidad: imprescindible que el enchufe tenga toma de tierra y esté alejado del fregadero o zonas húmedas. Si hay que usar una alargadera, que sea de calidad y esté protegida.
Ruido y vibración: que no convierta la cocina en una sala de máquinas

Una lavadora bien instalada apenas se nota cuando está en marcha. Pero si está mal nivelada o encajada a presión, puede moverse más de la cuenta y hacer más ruido del deseado. Lo ideal es ajustar bien las patas para que esté completamente nivelada, sin tambalearse. También puedes usar bases antivibración de goma si el suelo es muy rígido o si notas que la máquina se desplaza al centrifugar. Así también cuidas el tambor.
Integrarla en el diseño sin que lo parezca
Muchas cocinas modernas optan por lavadoras integrables, que se ocultan tras una puerta igual al resto del mobiliario. Es una opción estética muy limpia, pero no imprescindible. Hay modelos de libre instalación que quedan bien si se eligen con acabados que combinen con el resto de la cocina. Eso sí, si va a estar a la vista, mejor optar por un diseño que no desentone y colocarla en una zona que no entorpezca el paso.
Colocar bien la lavadora en la cocina no sólo evita problemas: también te garantiza que va a durar más y trabajar mejor. Así que dedicar un poco de tiempo al principio (y no dejarlo todo al azar) puede ahorrarte muchas molestias en el futuro. Y una vez colocada, sólo queda lo mejor: usarla sin preocuparse por nada más y no cometer errores al utilizarla.
Imágenes | Freepik AI, CoPilot
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