Hay cosas que no se pueden contar con cifras ni con especificaciones técnicas. Hay que sentirlas. Como cuando el sonido te rodea por completo en una película y de repente no estás viendo una escena: estás dentro. Eso es lo que prometen tecnologías como Dolby Atmos y Object Tracking Sound (OTS). No hace falta ser ingeniero de sonido para entender lo que hacen. Basta con sentarse en el sofá, darle al play y dejarse llevar.
Si has oído hablar de estos nombres y te suenan a jerga de catálogo, tranquilo. Aquí va una explicación clara y, sobre todo, desde la experiencia. Porque una vez los pruebas, hay un antes y un después.
Dolby Atmos: que el sonido no venga solo de frente
Durante años, ver una película en casa significaba que el sonido salía del frente del televisor y ya. A lo sumo, con una barra de sonido decente, parecía que tenías algo más de fuerza o graves, pero poco más. Ahí es donde entra Dolby Atmos.
Esta tecnología lo cambia todo porque trabaja con lo que se llaman "objetos de sonido". Es decir, no mezcla todos los efectos en un canal izquierdo, derecho o central como se hacía antes, sino que los trata como si fueran entidades flotando en un espacio tridimensional.
¿Y cómo lo hace? No es magia (aunque lo parezca). Se basa en usar múltiples canales y metadatos para que el sistema sepa dónde colocar cada sonido. Y eso se traduce en una experiencia más inmersiva, más realista… más de cine, vaya.
Object Tracking Sound (OTS): cuando la imagen y el sonido se mueven a la vez

Samsung lleva esto un paso más allá. Con Object Tracking Sound (OTS) la idea es simple, pero potente: si en la pantalla un coche cruza de izquierda a derecha, el sonido también lo hace.
Y no, no es un efecto fijo ni una ilusión. Los televisores con OTS tienen varios altavoces repartidos por la parte trasera, superior e incluso lateral, que se coordinan para "seguir" los objetos que aparecen en pantalla. ¿El resultado? Lo que ves y lo que escuchas van en perfecta sincronía.
Esto no sólo se aplica a películas. En una serie, cuando un personaje habla desde un lado, lo notas. En un concierto grabado, sientes que estás entre el público. En un videojuego, el sonido se adapta a lo que pasa en tiempo real, sin latencia ni retrasos.
Lo envolvente no es solo volumen: es dirección, matiz y sensación
Tener más potencia de sonido no significa tener mejor sonido. Puedes subir el volumen todo lo que quieras, que si todo sale por el mismo sitio, no cambia mucho la historia. Con Dolby Atmos y OTS, lo que importa no es solo qué se oye, sino desde dónde. Y eso marca la diferencia.
La gracia de estas tecnologías es que no te saturan. No buscan impactarte a base de ruido, sino meterte dentro de la escena sin que te des cuenta. Son esas pequeñas sutilezas las que hacen que un buen sistema te atrape.
Hoy en día, no hace falta montarte un sistema 7.1 con cables por todas partes para tener sonido envolvente. Con una tele compatible, una buena barra de sonido y estas tecnologías activadas, tienes media sala de cine montada en el salón. Y lo mejor: sin niños pateando tu asiento ni colas para las palomitas.
Imágenes | Freepik AI
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