Este verano he comprobado que el Galaxy Watch sirve para mucho más que hacer deporte, sobre todo al viajar

Este verano he usado mi Galaxy Watch como linterna, para pagar en chiringuitos y hasta para medir brazadas en la piscina

Manuel Naranjo

Editor

Hay dispositivos que compras pensando en un uso concreto y que terminan sorprendiéndote por todo lo demás que ofrecen.

Eso me pasó este verano con mi Galaxy Watch Ultra. Siempre lo había asociado al deporte, a medir pasos o controlar calorías, pero viajando se convirtió en un compañero inesperado que me resolvió situaciones de lo más variadas.

El aliado perfecto para moverte sin sacar el móvil

En las vacaciones llevas las manos ocupadas con mochilas, bolsas o la cámara, y sacar el móvil cada dos por tres puede ser un incordio. Ahí es donde el reloj brilla: poder pagar en un chiringuito girando la muñeca sin tener que rebuscar la cartera fue una de esas comodidades que, hasta que no las pruebas, no las valoras. Y lo mismo pasa con la navegación: recibir indicaciones en la muñeca mientras caminas por una ciudad nueva te ahorra tiempo y te da mucha más libertad.

Tranquilidad extra en los desplazamientos

Las notificaciones también jugaron a favor. En trenes, aeropuertos o incluso en la playa, consultaba lo justo desde el reloj: confirmaciones del hotel, mensajes rápidos o avisos de la aerolínea. Todo de forma discreta y sin parecer enganchado al móvil. Esa comodidad de no estar pendiente de mi Galaxy S25 Edge, pero tampoco perderte nada importante, es más útil de lo que parece.

Pequeños detalles que marcan la diferencia

Más allá de las funciones grandes, hubo momentos en los que el Galaxy Watch me sacó de un apuro. El modo linterna fue uno de ellos: estando en una zona poco iluminada y también en paseos nocturnos por caminos rurales, la luz del reloj resultó sorprendentemente práctica. No sustituye a una linterna real, pero cuando la necesitas y no tienes otra a mano, te salva.

Tecnología que se adapta al descanso y al agua

Dormir bien es vital en viajes, y el seguimiento del sueño me ayudó a darme cuenta de por qué había noches peores que otras. Detectar patrones y entender qué afectaba a mi descanso me permitió corregir pequeños detalles, como cerrar mejor las persianas o evitar cenas demasiado pesadas.

Y en el agua, el reloj también se defendió de sobra. El seguimiento de natación en la playa y la piscina fue más preciso de lo esperado. Poder revisar largos, brazadas y calorías después de un buen rato nadando le dio un plus al día y me animó a repetir más veces.

Lo que comenzó siendo un reloj deportivo terminó convirtiéndose en una especie de navaja suiza de viaje. Desde pagar en un chiringuito sin sacar la cartera hasta usarlo como linterna improvisada en plena noche o registrar mis sesiones de natación, el Galaxy Watch acabó siendo mucho más que un simple accesorio.

Este verano entendí que lo verdaderamente valioso de la tecnología no es sólo lo que promete, sino cómo consigue mejorar momentos concretos del día sin que lo busques. Y en mi caso, el Galaxy Watch lo hizo en más de una ocasión.

Imágenes | Dall-E, Copilot

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