El lavavajillas necesita consumo eléctrico, pero eso no significa que sea la opción más costosa
Con la vuelta a la rutina, miramos más la factura que el fondo del fregadero. Apagar luces que sobran, ajustar horarios y vigilar el precio de la luz ya es costumbre en muchas casas.
El debate que vuelve cada otoño es el de siempre: ¿conviene aparcar el lavavajillas y volver a fregar a mano? La OCU ha hecho un ejercicio útil: bajar la discusión a números, pero sin perder de vista los matices del día a día.
Poner orden: qué se compara y por qué importa
El planteamiento tiene sentido común. No se miran sólo agua y electricidad: entran en la ecuación los detergentes, los estropajos y, muy importante, la amortización del propio aparato. Es la diferencia entre opinar por intuición y saber cuánto cuesta de verdad cada fregado. Con esa cesta completa, la foto cambia.
Agua: el grifo es el primer coladero
Aquí el lavavajillas juega con ventaja. Tomando como referencia el estudio de tarifas de agua de la OCU, el coste medio es 0,001748 euros/litro. Sobre ese precio, un ciclo típico de lavavajillas usa 10–15 litros (unos 0,0175 euros), mientras que fregar a mano dos pilas llenas se va a unos 60 litros (0,1049 euros).
La diferencia no es pequeña: entre un 80% y un 85% menos de agua a favor de la máquina. Y eso sin contar el clásico despiste de dejar el chorro a medias mientras enjabonamos.
Energía: el gran mordisco es calentar agua
La clave energética está en el calor. Como la máquina usa menos agua, necesita menos energía. Con los rangos que maneja la OCU, un lavavajillas gasta 0,7–1 kWh por ciclo; a mano con termo eléctrico hablamos de 2–2,5 kWh para llevar 60 litros a unos 40 °C; con gas, el equivalente ronda 2,8 kWh.
Si aplicamos precios de referencia (0,15 euros/kWh de electricidad y 0,06 euros/kWh de gas), salen cuentas claras: 0,15 euros por ciclo en el lavavajillas, 0,375 euros al fregar con termo y 0,168 euros con gas. Con termo eléctrico, fregar a mano sale más del doble; con gas, se acerca, pero no tumba a la máquina.
Lo pequeño que suma: jabón y estropajo
No es lo que decide la partida, pero cuenta. Hay pastillas “todo en uno” solventes por 9 céntimos. Si vas a jabón en bote, el cálculo de la OCU habla de 1,43 € por 1.000 platos. Añade estropajos o cepillos: unos 6 € que, con 300 lavados de vida, dejan 2 céntimos por fregado. No arruinan ni salvan, pero redondean el resultado.
La pieza que suele olvidarse: amortizar la máquina
Usar lavavajillas tiene coste fijo por ciclo, aunque no lo veas en la factura. Con un equipo de 400 euros, 12 años de vida y 3.000 ciclos, la OCU estima 0,14 € por uso en amortización. Es el recordatorio de que comparar “agua + luz” no basta: hay que meter el precio del aparato y cuánto dura.
Aquí cada lavavajillas es un mundo: no es lo mismo un modelo base que aguanta una década larga que uno caro que empieza a fallar a mitad de camino.
Variables que mueven la aguja en la vida real
Los números están bien, pero el resultado depende de hábitos. Si pones el lavavajillas siempre lleno, juegas a favor. Si lo pones medio vacío “porque toca”, el ahorro se diluye.
Los programas eco tardan más, pero exprimen la ventaja de la máquina; los rápidos suben el consumo, aunque siguen por debajo del fregado con termo.
La dureza del agua obliga a ser cuidadoso con sal y abrillantador para mantener eficiencia. Y el preaclarado bajo el grifo, muy común, es un agujero por el que se va parte del ahorro sin que nos demos cuenta.
Casos concretos: quién gana según tu cocina
Piénsalo con situaciones reales. Familia de cuatro que llena la bandeja a diario: el lavavajillas gana por goleada en agua y en energía, incluso sumando amortización.
Pareja que llena cada dos días: sigue compensando si se evita el preaclarado y se tira de eco por la noche.
Persona sola que acumula pocos platos: aquí la balanza se iguala; quizá convenga alternar máquina y fregado en bloque, evitando lavados testimoniales. Si calientas a gas y eres muy comedido con el grifo, te acercas al coste por ciclo de la máquina; aun así, el consumo de agua y la comodidad acaban inclinando la balanza.
Qué nos dicen los números… y qué hacemos con ellos
Pasando a limpio: agua claramente a favor del lavavajillas; energía, también, sobre todo si friegas con termo; coste total por ciclo, la máquina suele salir mejor cuando se usa con cabeza (llena, sin preaclarar y con programas eficientes).
Donde hay margen de duda es en escenarios muy pequeños, con gas barato y hábitos muy medidos a mano. Pero incluso ahí, el lavavajillas mantiene ventaja en agua y tiempo, dos recursos que también cuentan.
La conclusión que sirve para decidir
Con las cifras y supuestos de la OCU, la conclusión es sencilla de recordar: cuanta más vajilla laves, más compensa el lavavajillas. Consume mucha menos agua, gasta menos energía que el fregado con termo eléctrico y, aun sumando la amortización, aguanta el tipo frente al fregado a mano.
Si en casa la pila se llena sin esfuerzo, la máquina es tu aliada natural; si vives sólo, alternar y planificar te dará lo mejor de ambos mundos. Al final, ahorrar no va únicamente de apretar números: también va de ahorrar tiempo y de hacer sostenible la rutina sin que la cocina se convierta en otra tarea que pesa.
Imágenes | Dall-E, Samsung
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