En vacaciones me voy de viaje, pero no sin mis pelis y series. Con The Freestyle me monto la sala de cine allá donde voy

Además de proyectar en grande, el altavoz integrado del The Freestyle consiguió que la música y las pelis se escucharan con claridad

Manuel Naranjo

Editor

Las mejores noches rara vez se planifican. Salimos con lo justo en la mochila, carretera secundaria, calor templado, una casa rural con porche y una pared clara que parecía pedir algo más que música de fondo. Entre camisetas y cargadores asomaba mi proyector The Freestyle. Lo metí "por si acaso" y terminó adueñándose de la noche.

La chispa fue una pared blanca

No había guión. Unas sillas, una mesa con lo imprescindible y ese muro liso frente al césped. En cuanto cayó la luz, saqué el proyector. Aquí The Freestyle juega a favor: base giratoria, colocación rápida y corrección automática del encuadre y el enfoque. Sin trípodes raros ni peleas con menús: fue encenderlo, apuntar y dejar que hiciera su magia.

Montarlo llevó menos que abrir las cervezas

Conecté el mi Galaxy S25 Edge, lancé la app que teníamos en mente y, para el sonido, tiramos del propio altavoz del proyector. Sorprendió más de lo esperado para su tamaño

Eso sí, si quieres más "cuerpo", un altavoz Bluetooth le sienta genial, pero no hizo falta para arrancar. La sensación de "esto ya está" llegó en minutos, que es lo que diferencia un dispositivo que usas de uno que acaba guardado.

La pantalla cambió el ambiente

De repente, el porche se convirtió en un cine improvisado. Más de cien pulgadas sobre la pared, cielo limpio, brisa suave y esa mezcla de luz y sombras que sólo tienen las noches de verano.

El color aguantó bien, el texto se leía sin forzar y el brillo cumplió de sobra cuando ya había anochecido. En exterior, la clave es sencilla: esperar a que caiga la luz y escoger una superficie decente; con eso, la experiencia despega sola.

Mucho más que "ver una peli"

Empezamos con una película, seguimos con un concierto y acabamos repasando vídeos y fotos del móvil que normalmente se ven en vertical y a correr. Aquí The Freestyle tiene otra virtud: se adapta sin a lo que le eches. Esa mezcla de contenidos fue lo que convirtió la sesión en algo diferente. Comentarios, risas y el típico "vuelve a poner eso".

Cuando la tecnología suma sin estorbar

Hay dispositivos que exigen atención y otros que desaparecen en cuanto se ponen a trabajar. Este cae en el segundo grupo. No te saca de la conversación, no obliga a reorganizar la terraza y no pide cables eternos: con alimentación USB-C y una batería externa con carga rápida, puedes alargarlo sin andar buscando enchufes. Si tienes pared, listo; si no, una sábana tensa hace el apaño. Y si te apetece mover la imagen, giras la base y ya.

No todo es perfecto. En el exterior conviene bajar las expectativas si hay farolas cerca. El viento puede jugar en contra del audio y, si el muro no es uniforme, alguna esquina necesitará un ajuste fino. Nada que arruine la noche, pero conviene saberlo para no llevarse sorpresas. Con un pequeño altavoz extra y una superficie clara, el salto es notable.

Nos fuimos de escapada sin plan y volvimos con una historia que recordaremos por cómo la tecnología estuvo al servicio del momento, no al revés. A veces basta un gadget bien pensado para que una noche cualquiera se convierta en "la noche del verano". Y esta lo fue.

Imágenes | Samsung, Xataka

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