Vivo en el norte y la ropa tarda en secarse. Siempre creí que una secadora era un gasto absurdo, pero me estaba engañando

Vivir en el norte de España tiene muchas cosas buenas. El verde lo tenemos de serie, los paseos huelen a mar incluso cuando estás lejos de la costa y, si te gusta comer, no hace falta irte muy lejos para ser feliz. Pero si hablamos de humedad… bueno, ahí ya cambia la cosa. Sobre todo en invierno, cuando tender la ropa se convierte en un acto de fe y no en una tarea doméstica más.

Durante años, cada colada era una carrera contra la condensación. Ponía la lavadora por la noche, colgaba la ropa en el salón o en la galería con la ventana entreabierta, y al cabo de dos días aún había camisetas que seguían húmedas. Eso ha cambiado desde que tengo mi secadora Samsung.

Una compra que llegó en el momento justo

No fue algo impulsivo. De hecho, estuve meses dándole vueltas antes de comprar una secadora. Me preocupaba el consumo eléctrico y el espacio… todo eso que uno se plantea antes de añadir otro electrodoméstico a casa. Pero llegó un momento que me dije: basta.

Opté por una secadora Samsung con bomba de calor y eficiencia energética A+++, que no sólo consume menos, sino que cuida la ropa como si la estuvieras secando al sol (pero en seco, claro). Desde entonces, ha pasado a ser uno de los mejores inventos de mi casa. Y no exagero.

Adiós al tendedero eterno

Lo primero que noté fue el cambio de rutina. Nada de planificar cuándo poner la lavadora para que la ropa se seque "si hace buen día". Nada de mover perchas de un lado a otro. Metes la ropa en la secadora, eliges el programa según el tipo de prendas y en unos minutos tienes todo seco, esponjoso y sin rastro de humedad.

Además, los modelos de Samsung tienen sensores de humedad que paran el ciclo cuando detectan que la ropa ya está lista. Eso significa menos consumo y menos desgaste. Y si tienes prendas delicadas, hay programas específicos que las tratan con más suavidad que yo cuando doblo una camisa.

La humedad ya no decide por mí

Antes, había semanas en las que acumulaba ropa porque sabía que no se iba a secar. Ahora, el clima no manda. Y eso, en una zona como en la que vivo yo, te cambia el día a día.

Incluso empecé a usar el modo antiarrugas para no tener que planchar según qué prendas. No es que odie planchar, pero sí me lo ahorro, mejor.

A veces uno se resiste a ciertas compras pensando que son un lujo o que no hacen tanta falta. Hasta que las tienes y te das cuenta de lo mucho que te estaban complicando la vida cosas que ahora parecen pequeñas. En mi caso, la secadora Samsung llegó cuando ya estaba harto de la humedad y la ropa mojada. Y desde entonces, no hay vuelta atrás.

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