Mi microondas de Samsung combina modos de cocción rápida y funciones inteligentes que lo hacen mucho más funcional
Hay electrodomésticos que pasan años en la encimera sin reclamar protagonismo. El microondas, hasta hace poco, era uno de ellos: calentar el café, revivir un plato de ayer y poco más.
Desde que instalé un microondas Samsung con funciones inteligentes, ese papel secundario se acabó. No ha convertido mi cocina en un restaurante, pero sí en un sitio más organizado, rápido y, sobre todo, previsible. Saber qué va a pasar con la comida antes de darle al botón no tiene precio cuando vas con el tiempo justo.
Menos “ojo de buen cubero”, más resultados constantes
El mayor cambio es la precisión. Los programas automáticos han desterrado el clásico “voy probando de 30 en 30”. Indicas alimento y cantidad, y el equipo ajusta potencia y tiempo.
Los sensores de humedad hacen el resto: la pasta no se reseca, las verduras salen al punto y el arroz queda suelto sin convertirse en una pasta amorfa. Si una receta funcionó ayer, mañana saldrá igual.
Descongelar bien (y sin cocinar por los bordes)
El modo de descongelado ha pasado de ser “un mal menor” a una herramienta fiable. La distribución del calor es más homogénea y se nota en la textura: la pechuga no se blanquea por fuera mientras sigue helada por dentro y el pan recupera dignidad sin convertirse en goma. Esto cambia la planificación: ya no tengo que acordarme la noche anterior de pasar nada a la nevera; puedo decidir sobre la marcha sin cargarme el producto.
Conectividad que sí uso: rutinas, avisos y control a distancia
La parte “inteligente” no se queda en el nombre. Con la app SmartThings programo rutinas que uso a diario:
- Calentar el café 40 segundos a media potencia cuando apago la alarma.
- Aviso al móvil cuando termina una receta, por si estoy en otra habitación.
- Recordatorios de limpieza y pequeñas tareas de mantenimiento.
La ventaja no es encenderlo desde la calle, sino la coordinación: si estoy preparando algo en el horno, el microondas arranca cuando lo necesito y no antes. Todo encaja mejor en ese Tetris que es la cena de un día de semana.
Ahorro de tiempo… y de despistes
El rendimiento se nota en minutos reales, no en promesas. Verduras al vapor en 6–8 minutos, crema de calabaza lista sin peregrinaje de cazo en cazo, y recalentar raciones sin secarlas. El modo eco apaga el panel cuando no lo uso y, aunque el ahorro sea pequeño, suma. Más importante aún: se acabaron los “me pasé” que acaban en comida desaprovechada.
Comer mejor sin complicarlo
No he descubierto la dieta perfecta, pero sí me resulta más fácil comer decente entre semana. Los programas para verduras, pescado o arroz reducen fricción: menos pasos, menos cacharros y menos excusas. Preparar raciones para dos días y recalentarlas sin que pierdan gracia ha rebajado mi dependencia de “lo que pille” a última hora.
Lo que no es… y lo que sí es
No es un horno. Si buscas dorado perfecto, hay que tirar de grill del horno o de plancha. Tampoco sustituye a la sartén cuando quieres ese punto crujiente. Y la conexión inicial con WiFi de 2,4 GHz puede ser un poco tiquismiquis la primera vez. Dicho esto, como herramienta de apoyo diaria es impecable: rápido, constante y poco caprichoso.
Lo que más valoro no es una función concreta, sino la suma: precisión, rutinas, avisos y limpieza sencilla. Ese combo ha cambiado mi manera de organizar comidas y tiempos. El microondas Samsung con funciones inteligentes no es un “gadget” para enseñar; es ese compañero silencioso que hace que todo lo demás salga a tiempo y sin sustos.
Imágenes | Dall-E, Perplexity
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