Hay múltiples opciones cuando cambias de lavadora. Desde que se la lleven, hasta dejarla en un punto limpio o donarla, entre otras
Cambiar de lavadora suele ser una decisión meditada. Puede que la tuya ya no dé más de sí o que, simplemente, hayas decidido pasarte a un modelo más eficiente. Sea cual sea el motivo, hay algo que toca resolver tarde o temprano: qué hacer con la antigua. Porque ahí está, ocupando sitio y sin una función clara, como un mueble incómodo que nadie se atreve a mover.
Y no, no vale dejarla en la acera ni arrinconarla en el garaje. Más allá del espacio que ocupa, una lavadora contiene materiales que, si se gestionan mal, acaban dañando el entorno. Pero también esconde piezas reutilizables, componentes reciclables y, a veces, incluso un segundo uso posible. La clave está en saber elegir la mejor forma de darle salida. Y, por suerte, hoy no faltan opciones.
Si compras una nueva, que se lleven la vieja
Esto es algo que mucha gente no aprovecha. Cuando compras una lavadora nueva, la mayoría de marcas y tiendas (físicas u online) ofrecen la recogida gratuita de la antigua. Es tan simple como marcar la casilla correspondiente al hacer el pedido, y el día que te traen la nueva, se llevan la anterior sin más trámites.
Te ahorras un problema, y además sabes que va a parar a una planta de reciclaje autorizada, donde todo se trata como es debido.
Punto limpio: una solución que está ahí y apenas usamos
En casi todas las ciudades existen puntos limpios donde puedes llevar electrodomésticos grandes. El proceso es sencillo: consulta el más cercano, mira si necesitas cita y listo. Si no tienes cómo transportarla, algunos ayuntamientos incluso ofrecen recogida gratuita en casa. Es una opción eficaz, responsable y directa. Y sí, también es legal, que no es poca cosa.
Si te gusta el bricolaje, ahí tienes una mina
Quien tenga un poco de alma manitas puede ver en una vieja lavadora más de lo que parece. El tambor, por ejemplo, da mucho juego: hay quien lo convierte en una mesa auxiliar, una maceta XXL o incluso un brasero portátil. Y si te atreves a desmontarla, encontrarás motores, cables, poleas y piezas que pueden servir para otros inventos o reparaciones.
No es para todo el mundo, claro, pero si tienes ese perfil (o conoces a alguien que lo tenga), reutilizarla puede ser más divertido de lo que imaginas.
Aún funciona: ¿y si alguien más la necesita?
No todas las lavadoras que se retiran están rotas. A veces cambiamos de modelo porque buscamos más capacidad, conectividad o eficiencia. Si ese es tu caso y la tuya aún está en buen estado, plantéate donarla.
Hay asociaciones vecinales, ONGs, refugios y hasta grupos de segunda mano donde seguramente alguien esté buscando justo lo que tú vas a tirar. Sólo asegúrate de que funciona bien y está limpia. Nadie quiere un regalo que venga con problemas.
Tirar una lavadora es algo que sólo pasa una o dos veces en la vida, pero eso no significa que no merezca un momento de reflexión. Lo que haces con ella dice mucho: sobre cómo consumes, cómo reciclas y cómo te relacionas con los objetos que usas a diario.
Y ya que vas a empezar una etapa con una nueva lavadora, ¿por qué no cerrar bien la anterior? Una salida responsable no cuesta tanto y, en muchos casos, te evita más líos de los que imaginas
Imágenes | Samsung
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